La mañana lucía luminosa sobre la capital

Nuestra compañera Conchi, ha creado una preciosa redacción de la actividad realizada:

     La mañana lucia luminosa sobre los antiguos tejados de la capital.  Una mañana que nos llevaría, a través de sus callejuelas y de la mano de nuestra guía oficial de turismo Edurne González, a recorrer las antiguas e históricas tabernas de Madrid.

      En la plaza Mayor y a los pies de la estatua de Felipe III, de la que se dice que el caballo del rey piaba, motivado por que la cabalgadura tenía la boca abierta dando acceso a los pajarillos que anidaban en el hueco, empezamos nuestra andadura matutina.

        Nuestra guía nos trasladó a través de la historia de la plaza Mayor, a sus orígenes en la Baja Edad Media, donde este espacio se encontraba a extramuros entre los arrabales de la villa y que en su momento se llamó plaza del Arrabal. Durante siglos la plaza se fue remodelando y trasformando hasta la actualidad donde madrileños y no madrileños disfrutamos de tan histórico espacio.

      Los siglos fueron dando distintos usos a esta plaza, desde mercados de abastos, festejos taurinos, ejecuciones públicas, celebraciones reales, autos de fe y escenario de importantes acontecimientos de la Villa y Corte.

     De ella destacaremos dos edificios Casa de la Panadería y Casa de la Carnicería (siglo XVI)

        La Casa de la Panadería recibe su nombre por haber sido la Tahona General de la Villa. El pan fue considerado como el alimento básico para todas las clases sociales, por tanto, era necesario disponer de cantidad suficiente para el sustento diario y cuya falta era una adversidad sobre todo en las clases humildes.

        Muchos de los refranes que conocemos actualmente, mencionan el pan:  “todos los duelos con pan son menos”; “a falta de pan buenas son tortas”; “a pan duro diente agudo, o hambre de tres semanas”; “con pan y vino se anda el camino” o “contigo pan y cebolla”.

    Diariamente entraba en la Villa y Corte tres tipos de pan.

      • El pan de despensa: destinado a casas particulares perteneciente a familias de alto nivel económico: nobles, eclesiásticos, embajadores, etc.
      • El pan de ventureros: era llevado por vecinos de los pueblos próximos y no tenía un destino fijo, se vendía de forma ambulante.
      • El pan de registro: era el resto del pan que diariamente entraba en Madrid y que de forma obligatoria tenían que suministrar bastantes poblaciones situadas a cierta distancia para mantener las reservas de la capital en caso de escasez.

     No solo se tenía en cuenta la cantidad sino también su calidad. La mejor calidad, pan blanco de trigo, estaba destinada a ricos y poderosos, las clases populares un pan de menor calidad, pan negro o pan de mezcla, dado que se realizaba con distintos cereales que eran considerados de inferior calidad al trigo.

      La Casa de la Carnicería, fue construida con el objetivo de albergar el depósito general de carnes para abastecer la Villa y Corte.

     Tras esta introducción sobre como comíamos los españolitos de entonces, nos adentramos sobre el origen de esta visita guiada, las tabernas.  La palabra taberna viene del latín “taberna” designaba un tipo de habitáculo comercial abierto a la calle de las ciudades de la antigua Roma, que estaba formado por planchas de madera o tablas (lo relacionan así con la palabra tabula (tabla).

       ¿Cómo definir una taberna clásica? Son únicas de la villa de Madrid. A medias del siglo pasado se caracterizaban por un sobrio exterior que, con planchas y cuarterones de madera pintados en rojo (color rojo: buen vino) y cuyo cierre era una barra de hierro cruzada con un grueso candado, daba a entender a los transeúntes que tipo de local era.

      Sus fachadas, según la prosperidad del momento, fuero revistiéndose de coloridos azulejos con imágenes, cristales grabados al ácido y vidrios pintados con llamativas portadas. Sus cornisas figuraban en grande el número de la calle y el nombre del propietario.

        El interior solía tener una barra oscura de madera, con un mostrador de zinc (donde las frascas y vasos tintineaban al compás de las voces del tabernero), actualmente podemos disfrutar todavía de alguna de estas barras históricas.  Mesas de mármol, bancas de madera, un reloj de pared, anaqueles con botellas, recipientes y fuentes donde depositar el condumio.  Y no podía faltar en esta descripción, al tabernero. Personaje que detrás del mostrador dirigía como si de una orqueta se tratase, a los parroquianos de todas las épocas.

    “El calorcillo del vino de Valdepeñas que corre rojo y suelto de barricas a frascas, de frascas a vasos y gargantas, que reconforta los estómagos y alegra los corazones.”

          Puestos en andar por las calles del castizo Madrid, Pza. Mayor, Cava de San Miguel, Pza. de Puerta Cerrada, Cava Baja, Calle Toledo, Calle La Bolsa, Pza. de Sta. Ana, Calle de la Cruz, hasta terminar en la Cra. De San Jerónimo, nuestra guía fue describiendo y contándonos detalles de las tabernas históricas en este laberintico callejear.

       Taberna de la Daniela, El Sobrino de Botín, Casa Paco, El Madroño, El Abuelo, Lhardy y alguna más que me dejo en el tintero. Ahora nos queda visitar, una por una, su interior y sumergirnos en un pedazo de la historia madrileña.

A continuación algunas fotos que hicimos en la visita:

 

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